El anuncio suena como algo salido del manual de estrategias del Partido Republicano para 2024, pregonando el trabajo de un senador demócrata con los republicanos para combatir el tráfico de fentanilo y otras drogas ilegales hacia Estados Unidos, y resaltando cómo él “redactó un proyecto de ley promulgado por Donald Trump para incrementar los fondos de la Patrulla Fronteriza”.
En realidad es un comercial para el senador Sherrod Brown, un demócrata de Ohio que enfrenta una difícil contienda por la reelección, la cual ayudará a decidir qué partido controlará el Senado.
“Los habitantes de Ohio confían en Sherrod Brown para mantenernos seguros”, dice el narrador del anuncio, patrocinado por el comité de acción política Duty and Country, alineado con los demócratas. Su campaña declinó hacer comentarios.
El mensaje es un indicio más de los desafíos políticos y de seguridad que el presidente Joe Biden ha enfrentado en la frontera entre Estados Unidos y México. Algunos demócratas de diversas partes del país se están distanciando de la Casa Blanca, y los sondeos indican una frustración generalizada con la forma en que Biden ha manejado la inmigración y la frontera, lo cual genera un fuerte lastre para las aspiraciones del presidente de ser reelegido el año próximo.
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El Departamento de Seguridad Nacional pasó por alto revisiones ambientales y de otro tipo con tal de construir nuevas porciones de un muro fronterizo en el sur de Texas, luego de que Biden prometió durante la campaña de 2020 que no construiría “ni un pie más” de muro. Y funcionarios federales indicaron que reanudarían las deportaciones a Venezuela no mucho después de que el gobierno incrementó el estatus de protección temporal para miles de personas que se encuentran en Estados Unidos.
Ambas medidas hicieron enfurecer a conservadores y liberales por igual. Muchos republicanos acusaron a Biden de actuar demasiado tarde para adoptar las ideas del expresidente Trump sobre un muro fronterizo, mientras que los liberales que se oponen a la implementación de restricciones adicionales en la frontera acusaron a la Casa Blanca de traicionar sus promesas de campaña.
“Mi frustración ha sido que no estamos atendiendo la inmigración de una forma holística como país. Sólo dependemos del presidente”, dijo la representante Veronica Escobar de Texas, una demócrata que representa a la ciudad fronteriza de El Paso y es copresidente de la campaña de Biden por la reelección. “Estamos tratando a personas de nacionalidades distintas de forma distinta. Y las vías que están siendo creadas están siendo impugnadas en la corte constantemente”.
Biden ha dicho que su gobierno continuó con el muro fronterizo porque el Congreso lo requirió durante el gobierno de Trump, a pesar de que él considera que es una medida ineficaz. Su campaña por la reelección puso de relieve los antecedentes de Trump en la frontera, incluida la práctica de su gobierno de separar a las familias migrantes como una medida de disuasión, y la detención temporal de niños dentro de celdas rodeadas de malla ciclónica en almacenes.
“Los republicanos MAGA están siguiendo el manual de Donald Trump de separación de familias, el enjaulamiento de niños y el gritar ‘¡frontera!’ sin ofrecer ninguna solución importante”, dijo Kevin Munoz, portavoz de la campaña de Biden por la reelección, refiriéndose a los simpatizantes del movimiento “Hagamos grande a Estados Unidos otra vez”.
Los cruces fronterizos alcanzaron su nivel más elevado en dos décadas durante el gobierno de Trump, pero disminuyeron en los primeros meses de la pandemia del COVID-19, en los que las autoridades migratorias expulsaron a la mayor parte de las personas que atravesaron la frontera, amparándose en la autoridad de salud pública conocida como Título 42.
Al asumir el puesto, Biden ordenó pausar la construcción del muro y canceló el programa “Permanecer en México” del gobierno de Trump, que obligaba a los solicitantes de asilo a aguardar en México la resolución de su petición, pero siguió expulsando a mucha gente bajo el Título 42 hasta mayo.
De todas formas, los cruces de personas en la frontera están a un nivel exorbitante ahora, algo de lo que algunos observadores culpan a su gobierno por dar la impresión de que la frontera estaba abierta. La Casa Blanca argumenta que la migración se ha incrementado muchísimo en todo el hemisferio occidental debido a retos regionales que se encuentran fuera del control del gobierno.
Medios de comunicación conservadores suelen poner de relieve los cruces fronterizos y culpan a Biden de crear lo que dicen es una crisis. Pero el mandatario ha enfrentado críticas de muchos en su propio partido, incluidos alcaldes y gobernadores demócratas que desean recibir más ayuda federal para atender a los migrantes recién llegados.
Los estados fronterizos con gobiernos republicanos comenzaron a trasladar en autobús a miles de migrantes a ciudades gobernadas por demócratas en todo el país, creando en muchos lugares una enorme escasez de espacio que ha derivado en la instalación de refugios y campamentos improvisados.
En Chicago, el Aeropuerto Internacional O'Hare está albergando ahora a cientos de migrantes, desde bebés hasta ancianos, en un centro para autobuses de enlace. Duermen sobre cartones en el piso y comparten los baños del aeropuerto.
El alcalde de Nueva York, Eric Adams, viajó a México la semana pasada para implorarle a los que estén pensando en emigrar que no vayan a esa ciudad. Ha acusado al gobierno de Biden de no proporcionar dinero ni recursos suficientes para que la urbe atienda a los migrantes, diciéndole a los reporteros este verano: “El presidente y la Casa Blanca le han fallado a la ciudad de Nueva York en este tema”.
Las encuestas dejan entrever que estadounidenses de todo el espectro político, incluso algunas personas solidarias con la inmigración, están preocupados.
Un sondeo de la Escuela Marquette de Derecho a electores empadronados efectuado a fines de septiembre le dio a Trump, el favorito para obtener la nominación a la candidatura republicana a la presidencia, una ventaja de 24 puntos sobre Biden en el manejo de los temas de inmigración y seguridad fronteriza, de 52% frente a 28%.
El enfoque republicano para el control de la inmigración y la frontera no impidió que los demócratas obtuvieran grandes victorias en las elecciones de medio periodo en 2018, y Biden y su partido también superaron las expectativas durante los comicios del año pasado, conservando el control del Senado y perdiendo el control de la Cámara de Representantes por escaso margen frente a los republicanos. Pero incluso entonces hubo algunos indicios preocupantes.
Aproximadamente seis de cada 10 votantes dijeron en ese entonces que desaprobaban la forma en que Biden estaba manejando la cuestión de la seguridad fronteriza, según AP VoteCast, un amplio sondeo nacional del electorado. Alrededor del 27% de los demócratas desaprobaron la manera en la que el presidente está manejando lo que sucede en la frontera, y una tercera parte de los demócratas que dicen ser moderados o conservadores dijeron que este era un asunto en el que desaprobaban el desempeño de Biden, según VoteCast.
La seguridad fronteriza también fue un punto débil para Biden entre los independientes: el 66% dijeron que lo desaprobaban.
El 61% de los demócratas respondieron que querían una mayor vigilancia policial en la frontera, al igual que dos terceras partes de los electores latinos o hispanos (65%).
Escobar, que es una destacada voz hispana en la campaña de Biden, dijo que le preocupa que la migración pudiese afectar los intentos del presidente por ser reelegido.
“Va a haber una tendencia a culpar a la Casa Blanca, cuando de hecho esto ha sido una falla del Congreso”, señaló. La última vez que el Congreso aprobó una reforma migratoria de gran envergadura fue en 1990.
Auri Lugo, una venezolana de 31 años que vive en Charlotte, Carolina del Norte, dijo que pensaba que reanudar las deportaciones era lo correcto, y señaló que las autoridades federales deberían enfocarse en agilizar la atención a las solicitudes de visas migratorias para familias y el programa de permisos por motivos humanitarios. Eso permitiría que hasta 30,000 personas ingresen al país desde Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela.
Lugo, que llegó a Estados Unidos hace seis años y cuenta con permiso para residir legalmente, pudo traer a su hijo de 9 años desde Venezuela el año pasado a través del programa de permisos por motivos humanitarios. Pero no ha logrado traer a su madre, que atendió al niño desde que tenía 2 años.
A pesar de sus promesas de 2020 sobre las medidas que implementaría en la frontera, desde hace tiempo Biden ha sido más moderado en ese tema que algunos de los miembros de su partido. Cuando era senador, votó en favor de un proyecto de ley para ampliar las cercas en la frontera entre Estados Unidos y México, y respaldó autorizar la incautación federal de fondos para la construcción de nuevas barreras.
Fue también vicepresidente para Barack Obama, cuyo gobierno estableció récords en el número de personas que se encontraban ilegalmente en el país y que fueron deportadas, lo que le valió el mote de “deportador en jefe” por parte de algunos activistas por los derechos de los inmigrantes.
De todas formas, el gobierno de Biden ha tomado una serie de medidas para intentar reducir el creciente número de migrantes que llegan a la frontera sur, incluido el establecer centros de procesamiento para migrantes en Guatemala y Colombia con el fin de que allí soliciten asilo en Estados Unidos, y la creación de vías para que otros vengan en forma legal.
“Los republicanos han operado basándose en los sentimientos opuestos a la migración, el alarmismo y la xenofobia durante varios ciclos. No les ha dado resultado antes y tampoco les dará resultado en este ciclo”, dijo Pili Tobar, exfuncionaria de la Casa Blanca de Biden y estratega demócrata. “La inmigración es un tema complejo y no hay respuestas fáciles. Este gobierno está trabajando duro con los limitados recursos con los que cuenta para implementar soluciones equilibradas”.