Con tan solo 21 años, Ronaldo Torres tomó la decisión de dejar su natal Colombia en busca de una nueva vida en Estados Unidos.
El joven forma parte de los cientos de migrantes que arribaron a Filadelfia provenientes de Texas en los pasados meses y hasta ahora consiguió un lugar para estar justo en la ciudad del Amor Fraternal.
Aseguró que el camino, de dos meses y medio aproximados, fue “muy duro” con experiencias que lo marcaron tanto a él como a su novia, quien no puedo cruzar la frontera en México, y los que los acompañaban.
Dijo que tuvo que abordar el tren "La bestia" y que cuando se rindió en inmigración, ya en Estados Unidos, “no tenía ni zapatos, porque nos lo habían quitado todo”.
Torres dejó Colombia debido al desplazamiento de agricultores y ganaderos en los pueblos de la montaña. “Desde muy jóvenes fuimos desplazados por la violencia en Colombia. Se vive una situación que no todos conocen si no están allí y es el tema de falsos positivos que viene con el gobierno y la guerrilla. Entonces los que quedamos atrapados somos las personas del campo”, relató.
El miedo de que le pegaran un tiro por entender que era guerrillero lo motivó a irse.
“Salimos el 20 de septiembre (2022)” e ingresaron a la frontera el 15 de noviembre. Torres venía acompañado de su novia, quien es de nacionalidad venezolana, por lo que ella tuvo que quedarse resguardada por organizaciones sin fines de lucro en México.
Al momento, el joven lucha por reunirse con ella. “Fue muy duro. Vimos personas muertas, sufriendo de hipotermia, violaciones de todo. Fue muy duro”, sostuvo sobre el trayecto.
“No tengo nada en contra de México, pero sí con el gobierno y los carteles. Allí en Matamoros tienes que estar encerrado a las 7:00 p.m. porque todo está controlado por el cartel. Para ellos cortarle el brazo a una persona es como cortarle el ala a un pollo”, destacó.
Una vez en Texas, Ronaldo abordó uno de los autobuses que el gobernador Gregg Abbott lleva enviando a estados y ciudades santuario por el pasado año. En ese trayecto alcanzó el destino de Filadelfia, aunque pretendía llegar a Indiana. “Realmente nunca puedes estar preparado para esto”, apuntó
"Desde que llegamos aquí tuvimos orientación, fundaciones como Juntos, Casa de Venezuela, la Parroquia Santo Tomás de Aquino nos han orientado, pero siempre quedan dudas muchas cosas. Nos han ayudado mucho y me quedé aquí por eso”.
Y esa estabilidad, de volver a confiar en la mano amiga, era necesaria para comenzar su trámite migratoria, así como el de su pareja, con la que mantiene comunicación, pero no ha visto desde que cruzó la frontera.
