SAN DIEGO, California - Después de 27 años de vivir deportado en México, el veterano de las fuerzas militares estadounidenses Rubén Robles logró regresar este jueves a Estados Unidos como parte del programa del presidente Joe Biden para favorecer a estos inmigrantes, un beneficio que está en riesgo ante el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Robles, un veterano que estuvo asignado en Alemania en la década de los 70, ingresó a Estados Unidos por la garita de San Ysidro, principal punto de entrada de la frontera entre California y México.
Lo primero que quería hacer el inmigrante era visitar a su madre, de 97 años, que reside en Chino, California, y a la que no ha podido ver desde hace años, según dijo a EFE.
Además, se pondrá en la tarea de buscar a sus dos hijas y localizar a dos medios hermanos, contó con una sonrisa esperanzadora que, según afirmó, refleja la alegría de "volver a casa".
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Activistas, veteranos y amigos de Robles le esperaron hasta que apareció del lado estadounidense de la garita peatonal, con el sabor amargo de que sea quizás el último beneficiario del programa de libertad humanitaria que Biden concedió a los veteranos deportados.
En julio de 2021, el mandatario demócrata firmó una orden ejecutiva en la que requería a los secretarios de Seguridad Interior, de la Defensa y de la Administración de Veteranos, facilitar el regreso por razones humanitarias de militares veteranos deportados.
Inmigración
Robert Vivar, un activista y religioso que ha defendido consistentemente a los veteranos deportados, explicó a EFE que durante este programa han regresado unos 25 exmilitares que por diversas razones habían sido expulsados, pero todavía quedan otros 15 que están en el proceso tan solo en Tijuana.
Ahora que el exmandatario y presidente electo Donald Trump regresa, "tenemos temor de que el programa se vaya a descartar, aunque no debiera desecharse, porque este no es un problema migratorio, es un asunto militar, de veteranos", dijo Vivar.
Tom Homan, nombrado por el presidente electo como el "zar de la frontera", ha dicho en entrevistas que las medidas migratorias impuestas por Biden han sido un "suicidio nacional" y se deben derogar.
Pero la historia de Robles ejemplifica por qué los veteranos merecen el programa humanitario. El mexicano llegó a los tres años a Texas con su madre, una residente legal, quien posteriormente fue empleada en California, donde el inmigrante creció.
Cuando Robles era joven, se le dificultaba encontrar trabajo, aunque era residente legal. Por eso, cuando le ofrecieron $2,000 por inscribirse en las fuerzas armadas, aceptó, y fue enviado a Alemania, donde cumplió su servicio.
Tras su regreso a California, consiguió empleo y llevó una vida normal, hasta que un compañero de trabajo alcoholizado lo agredió. Robles dice que fue acusado erróneamente de iniciar el pleito. El lío legal culminó en su deportación y la pérdida de su residencia permanente.
El exmilitar narró a EFE que fue una experiencia devastadora. "Pensé que iban a considerar que había sido dado de baja con honores, que yo tenía buen comportamiento, no tomaba alcohol, trabajaba duro", lamentó.
De un momento a otro, el veterano se vio en Tijuana, donde nada ni nadie era conocido, con muy poco dominio del español, sin documentos para buscar trabajo y sin recursos. Robles recordó que al principio vendía algunos dulces a los transeúntes para sobrevivir.
Hoy todavía lamenta que después de querer ofrendar su vida por el país, lo hayan desechado, según dice, con tanta facilidad y falta de empatía.
"De lo primero que voy a hacer es ir a un hospital militar para que me hagan una evaluación general", afirmó Robles. "Ahí pienso pedir que me den asistencia psicológica", pues la deportación "ha sido deprimente y por mucho tiempo, y yo no quiero estar así", puntualizó.
El presidente electo ha prometido poner fin a la mayoría de programas establecidos por el gobierno de Biden, y tanto los activistas como los veteranos urgieron al republicano a continuar con el beneficio.