

El siguiente contenido ha sido creado en colaboración con Virginia Museum of Fine Arts. Este contenido no representa las opiniones del equipo editorial de Telemundo Washington. Haz clic aquí para conocer más sobre Virginia Museum of Fine Arts.
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La notable obra de Frida Kahlo funciona tanto como arte como autobiografía, capturando los triunfos, las tragedias y la resiliencia que definieron su extraordinaria vida. Desde un accidente que le cambió la vida y un matrimonio tumultuoso hasta su activismo y sus apasionados romances—reales y rumoreados—, la historia de Kahlo sigue fascinando al público. Esta primavera y verano, los visitantes del Virginia Museum of Fine Arts podrán disfrutar del legado de Kahlo, explorando pinturas que representan una vida tan dramática y cautivadora como la ficción y fascinantes fotografías que capturan el trabajo y cuidado de su propia imagen.
Un talento precoz: “Autorretrato con vestido de terciopelo” (1926)
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Las primeras obras de Kahlo cuentan con indicios de su identidad como artista. Realizado con tan solo 19 años, este autorretrato fue un regalo para su entonces novio, Alejandro. Con una representación icónica de la feminidad y la sensualidad, esta pintura contrasta marcadamente con algunos de sus autorretratos más gráficos que capturan su dolor y sufrimiento. Pintó este regalo durante los meses que se recuperaba de un trágico accidente de autobús que la obligaría a pasar recurrentes y dolorsos períodos en cama u hospitalizada a lo largo de su vida.
La tragedia que cambió su vida: “El Accidente” (1926)
Aunque Kahlo ya había comenzado a explorar su talento artístico, el terrible accidente de autobús que sufrió marcó el verdadero impulso de su carrera artística. Confinada durante meses, comenzó a pintar para pasar el tiempo, lo que la enrumbó hacia la autoexpresión a través de imágenes surrealistas y profundamente personales. “El Accidente” representa a grandes rasgos este evento traumático: su cuerpo vendado en primer plano y la barandilla de hierro que la atravesó flotando en el autobús al fondo.
El elefante y la paloma: “Diego y Frida” (1931)
Este retrato de Kahlo y su esposo Diego Rivera, una figura clave en su vida, fue creado dos años después de su matrimonio. Kahlo conoció al artista en 1922, cuando estudiaba en la prestigiosa Escuela Nacional Preparatoria de la Ciudad de México, donde Rivera recibió el encargo de pintar un mural. Se reencontraron en 1928 en una fiesta organizada por un amigo en común y se casaron tan solo un año después, reflejando la pasión y las complejidades que definieron su relación.
Conciencia política: “Mi vestido cuelga aquí” (1933)
En los primeros años de su matrimonio, Kahlo viajó a Estados Unidos con Rivera por su obra. Este capítulo estadounidense profundizó la crítica de Kahlo al capitalismo y la modernidad, cuyas convicciones se manifiestan abiertamente en la yuxtaposición de su vestimenta tradicional mexicana y los innumerables íconos del exceso y la decadencia industrial presentes en Mi vestido cuelga aquí.
Choque cultural y tragedia: “El suicidio de Dorothy Hale” (1939)
Como esposa de Diego Rivera y artista de renombre por derecho propio, Kahlo se movía entre la alta sociedad estadounidense y sus propias raíces culturales, valores y estilo de vida transgresores. La historia detrás de El suicidio de Dorothy Hale quizás ilustra mejor esta desconexión, mientras que la propia pintura captura otra figura compleja que lidia con su identidad. Dorothy Hale era una mujer adinerada de la alta sociedad que lidiaba con una serie de eventos trágicos, incluyendo el fracaso de su carrera como actriz y la muerte de su esposo, que la dejó sin dinero. Cuando se suicidó, su amiga Clare Boothe Luce le encargó a Kahlo pintar lo que la artista describió como un “recuerdo”. Boothe imaginó un retrato tradicional para conmemorar la vida de su amiga fallecida, pero para su sorpresa y horror, Kahlo pintó una representación gráfica del trágico salto de Hale desde un rascacielos de Nueva York; tuvieron que convencer a Boothe de no destruirlo inmediatamente.
Identidad icónica: “Frida en un banco blanco” (1939)

impresión al carbón. Colección privada © Nickolas Muray Photo Archives, con licencia de Nickolas Muray Photo
Archives
Aunque no es una obra suya, la obra de Kahlo se siente incompleta sin esta icónica fotografía tomada por Nickolas Muray, con quien mantuvo una relación extramatrimonial. Tomada en Nueva York, aparece vestida con ropa tradicional, adornada con elaboradas joyas y con sus características cejas, irradiando vulnerabilidad y fuerza. Quizás su fotografía más reconocida, esta imagen contribuyó a consolidar su estatus como símbolo cultural y feminista.
Buscando consuelo: “Autorretrato con mono” (1945)

Banco de México Diego Rivera Frida Kahlo Museums Trust, México, D. F. / Artists Rights Society (ARS), New York
Los animales son un elemento fundamental en la obra de Kahlo, y este autorretrato es quizás uno de sus más famosos. Cuando creó esta obra, estaba lidiando con su reciente divorcio, probablemente sintiéndose sola y buscando el consuelo de sus compañeros animales.
Recuperando el poder: “Autorretrato con el cabello suelto” (1947)

Banco de México Diego Rivera Frida Kahlo Museums Trust, México, D. F. / Artists Rights Society (ARS), New York
Kahlo y Rivera se volverían a casar, y su última década de vida estaría marcada por largas hospitalizaciones, cirugías de columna, reposo en cama y crecientes restricciones de movilidad. Estoica y decidida, como se presenta en esta pintura durante la recuperación de una cirugía, continuó creando.
Una última ofrenda: “Naturaleza muerta (Yo pertenezco a Samuel Fastlicth) (1951)

Banco de México Diego Rivera Frida Kahlo Museums Trust, México, D. F. / Artists Rights Society (ARS), New York
A medida que la salud de Kahlo se deterioraba, sus intrincados autorretratos se volvieron menos frecuentes, dando paso a naturalezas muertas con temas fácilmente accesibles. Naturaleza muerta (Pertenezco a Samuel Fastlicth) es una de esas obras, creada a cambio de atención dental por parte de su amigo, el Dr. Fastlicth. El “yo” del título se refiere a la obra en sí, una personificación lúdica de la obra y una referencia a su nuevo propietario. La pintura presenta a un Xoloitzcuintli, un perro mexicano sin pelo que, según se cree, guía a las almas al inframundo, posiblemente en referencia a su muerte inminente y al consuelo del más allá. A pesar de su fragilidad física, mantuvo una incansable actividad artística hasta su fallecimiento en 1954 a los 47 años. La causa declarada de la muerte fue una embolia pulmonar, aunque no se realizó una autopsia y algunos creen que pudo haber sufrido una sobredosis.
Cada una de estas obras maestras representa un capítulo de una vida extraordinaria, definida por la resiliencia, el amor, el dolor y la resistencia, que trasciende el tiempo y nos conecta a todos. Más que simples pinturas, sus trabajos son reflexiones íntimas de una mujer que convirtió su sufrimiento en arte, moldeando para siempre el panorama cultural y artístico.
Del 5 de abril al 28 de septiembre de 2025, los visitantes del Virginia Museum of Fine Arts podrán admirar de cerca muchas de estas y otras obras legendarias, además de fotografías personales y recuerdos poco comunes. Haz clic aquí para obtener más información sobre la exposición Frida: Más allá del mito.