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El miércoles, un trágico accidente aéreo ocurrió en el río Potomac, en Washington DC, cuando un avión y un helicóptero colisionaron, dejando múltiples víctimas fatales.
Según reportes oficiales, los equipos de rescate han recuperado 41 cuerpos de los restos del accidente, y las operaciones continúan con el apoyo de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) y buzos especializados.
Este suceso ha puesto en evidencia los desafíos que representa la profundidad variable del río Potomac para las operaciones de rescate. Según La Nación, en áreas cercanas al Aeropuerto Nacional Ronald Reagan, el Potomac alcanza profundidades que permiten la navegación de embarcaciones comerciales y militares.
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Sin embargo, en otras zonas, como cerca de las cataratas Great Falls, el río se vuelve más superficial y presenta rápidos y corrientes fuertes, lo que complica las labores de recuperación.
Además de su profundidad irregular, el Potomac es conocido por sus aguas frías en invierno, lo que ha sido un factor en la complejidad de los rescates.
Este accidente recuerda otros desastres ocurridos en el río, como el del vuelo 90 de Air Florida en 1982, donde un avión se estrelló contra un puente y cayó al agua helada, dejando decenas de fallecidos.
Las autoridades continúan investigando las causas del accidente más reciente mientras los equipos de rescate trabajan en condiciones desafiantes para recuperar a las víctimas y los restos de las aeronaves.