Como parte de la preparación para lo que podría venir, los cementerios y funerarias adquirieron suficientes insumos y ataúdes para dar el servicio y guantes, caretas, overoles, batas y desinfectantes para proteger a su personal.
MÉXICO - Los sepultureros cavan sin descanso y a su paso van quedando la fosas que preparan para enterrar a los muertos y a las próximas víctimas del COVID-19 en Tijuana.
Lo mismo ocurre en todo el país, en donde este martes fue decretada la Fase 3 de esta pandemia.
"Estamos en la fase de ascenso rápido donde se procurarán un gran número de casos de contagios, de hospitalizaciones", afirmó el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
Como parte de la preparación para lo que podría venir, los cementerios y funerarias adquirieron suficientes insumos y ataúdes para dar el servicio y guantes, caretas, overoles, batas y desinfectantes para proteger a su personal.
"Primero tenemos que utilizar un par de guantes para sacar el equipo".
Además, han capacitado a sus trabajadores sobre el manejo y tratamiento de los cuerpos infectados
"Introducimos el cadáver al saco, lo desinfectamos nuevamente, cerramos la bolsa séptica y desinfectamos nuevamente".
Según los cálculos de las autoridades sanitarias, en la etapa más crítica de la pandemia podrían registrarse entre 400 y 600 muertes cada día.
El presidente de la asociación que agrupa a las funerarias, Francisco Adrián Alvarado, indica que el protocolo establecido precisa que los cadáveres deben ser llevados directamente a los crematorios o a los panteones.
"Es necesario hacer un protocolo inmediato ya que disponemos de cuatro horas para darle un destino final", explica Alvarado.
Bajo las circunstancias, los familiares no pueden despedirse de sus seres queridos, quienes a partir de su deceso son puestos en bolsas especiales para su traslado y manejo.
"Hay algunos casos que las familias se mantienen cerca de las familias pero se despiden a distancia", dice Iván Abasolo, director de la funeraria Jerusalén.
Al final solo los sepultureros acompañan a las víctimas a su última morada y les dicen adiós poniéndoles una cruz y una melodía.
