PARÍS — El presidente francés, Emmanuel Macron, ganó cómodamente la reelección para un segundo mandato el domingo, según las proyecciones de las agencias de encuestas.
Su segundo mandato de cinco años ahorra a Francia y sus aliados la agitación sísmica de un cambio de poder en tiempos de guerra ante la retadora populista, Marine Le Pen, quien reconoció rápidamente su derrota el domingo por la noche, pero aún parecía encaminada a una mejor actuación por sus políticas de extrema derecha ferozmente nacionalistas.
"En esta derrota veo una forma de esperanza. Este resultado representa para nuestros dirigentes y para los dirigentes europeos un desafío que no pueden ignorar, así como la aspiración de un gran cambio", advirtió también Le Pen en una declaración pocos minutos después de conocerse las proyecciones de voto.
Recién reelegido presidente de Francia, Emmanuel Macron prometió esta noche "escuchar el silencio de los abstencionistas" y responder a las razones "de la cólera" de quienes han apoyado a su rival, la ultraderechista Marine Le Pen, para tratar de restañar las heridas del país.
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Macron ganó con 58.5% de los votos frente a 41.5% para Le Pen, una diferencia significativamente menor a la de su primer enfrentamiento electoral en 2017.
Con estos resultados, Macron se convierte en el primer presidente francés en una generación en ganar un segundo mandato, desde Jacques Chirac en 2002. Pero enfrentaría una nación dividida y una batalla para mantener su mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas en junio.
Hace cinco años, Macron obtuvo una victoria arrolladora sobre Le Pen para convertirse en el presidente francés más joven.
Las agencias de encuestas Opinionway, Harris e Ifop-Fiducial proyectaron que Macron ganaría entre 57 % y 58.5 % de los votos, mientras que Le Pen obtendría entre 41.5 % y 43 %.
Los dos candidatos intentaban atraer los 7.7 millones de votos que obtuvo el candidato izquierdista Jean-Luc Melenchon, derrotado en primera vuelta.
Para muchos de los que votaron a candidatos de izquierda en la primera ronda del 10 de abril, esta segunda votación plantea una desagradable decisión entre la nacionalista Le Pen y un presidente que algunos creen se ha desplazado hacia la derecha en su primer mandato.
El apoyo a Le Pen creció durante la campaña al nivel más alto que ha logrado nunca la candidata.
Muchos de los que tenían previsto votar a Macron lo harían para frenar a Le Pen y a ideas consideradas como demasiado extremas y antidemocráticas, como su plan de prohibir el uso del hiyab islámico en público o sus lazos con Rusia.
Todos los sondeos de opinión de los últimos días apuntaban a una victoria del mandatario europeísta de 44 años, aunque la diferencia respecto a su rival nacionalista, de 53 años, variaba mucho, entre 6 y 15 puntos porcentuales, en función de la encuesta.
Macron salió a la ofensiva esta semana en un debate de dos horas y 45 minutos, el último de la campaña, en el que arrinconó a su rival de ultraderecha en un esfuerzo de conseguir los votos que necesita para ganar.
Le Pen había intentado apelar a la clase trabajadora, unos votantes afectados por la subida de precios derivada de la guerra de Rusia en Ucrania, una estrategia que incluso Macron reconoce que ha tenido efecto. La ultraderechista dijo que bajar el coste de la vida sería su prioridad si era elegida como la primera mujer presidenta de Francia y se presentó como la candidata para los votantes que no llegan a fin de mes.
Le Pen afirma que la presidencia de Macron ha dividido al país y alude a menudo al movimiento de protesta de los chalecos amarillos, que remeció al gobierno de Macron antes de la pandemia del COVID-19 con meses de protestas violentas contra sus medidas económicas, que en opinión de algunos perjudicaron a los más pobres.
La campaña presidencial francesa ha sido especialmente dura para los votantes de origen inmigrante y minorías religiosas. Las encuestas indican que buena parte de la población musulmana francesa, la más grande en Europa occidental, votó en primera ronda a candidatos de izquierda, de modo que su voz podría ser decisiva.
Macron también ha defendido sus logros climáticos y ambientalistas en un intento de atraer a votantes jóvenes que tienden a votar a la izquierda. Los millennials en particular votaron en masa a Melenchon. Muchos votantes jóvenes están especialmente interesados en cuestiones climáticas.
Aunque Macron se asoció con el lema “Hagamos el planeta grande de nuevo” en su primer mandato de cinco años, claudicó ante los indignados manifestantes de los chalecos amarillos al eliminar un aumento de los impuestos al combustible. Macron ha dicho que su próximo primer ministro quedaría a cargo de planificación ambiental, dentro de los esfuerzos de que Francia alcance las emisiones neutras de dióxido de carbono para 2050.
Le Pen, considerada en el pasado como una escéptica del cambio climático, quiere eliminar las subvenciones a energías renovables. Ha prometido desmantelar campos eólicos e invertir en energía hidroeléctrica y nuclear.